Artículos - Dante Gebel



El fuerte

En la vieja Argentina de los setenta la gran mayoría pertenecíamos a la clase obrera. Los más afortunados podían irse de vacaciones a la costa, las sierras o a las cataratas. Los más pobres nos conformábamos con quedarnos en casa. Lo que jamás se me hubiese cruzado por la cabeza, es que aquel verano del 77 un pequeño incidente me iba a cambiar la vida para siempre.
Era el primer día de regreso a clases, a principios de Marzo. Y la maestra insistió con el mismo método pedagógico que venía usando desde el primer grado: preguntarle a cada alumno a dónde habían pasado sus vacaciones. Uno a uno iban levantando la mano y diciendo en voz alta los lugares que habían visitado. Y la inmensa mayoría tenía una historia que contar. Las montañas. El mar. La carpa junto al río. La nieve en algún lugar remoto.
Fue entonces que me cansé de ser pobre, supongo. O de no haber podido ir a ninguna parte, casi nunca.
-Yo no fui a ningún lado, porque no quise –confesé con la mano alzada.
-¿Cómo que no quisiste? –replicó la maestra.
-Si, porque mi papá me dijo que podía elegir: o íbamos a algún lugar de vacaciones o me construía un fuerte.
-¿Un fuerte? ¿Cómo que un fuerte? –contestó.
A esta altura me había ganado la atención de toda la clase. Fue la primera vez que sentía que yo era por fin, importante para los demás, y dejaba de ser el alumno invisible de siempre.
Obviamente, lo del fuerte era mentira, pero por alguna razón sentía que se me había ocurrido una buena idea para no ser menos que los demás. Era justo que por esta vez, me tocara a mí ser el centro de las miradas y los comentarios.
-Un fuerte de verdad –agregué- un fuerte como tienen los soldados en las películas, con troncos alrededor, con un mangrullo para ver los indios de lejos, con armas, con una bandera…me lo hizo mi papá al fondo de mi casa porque el es carpintero.
-Qué bueno. Con semejante regalo es lógico que no hayas querido irte de vacaciones- finalizó la maestra.
En el recreo me rodearon casi todos los compañeros pidiéndome detalles. Y como ya no me sentía avergonzado de no haberme ido de vacaciones, no escatimé en agregarle lo que se me ocurría a la virtual construcción del fondo de mi casa. Dije que era inmenso, tamaño real. Que tranquilamente podía albergar a toda la clase, que seguramente algún parque de diversiones iba a querer comprarlo, algún día. Todos los alumnos me miraban asombrados. Que tipo con suerte. Tener un papá que te construya un fuerte para uno solo. Esas eran verdaderas vacaciones, si señor.
Pero alguien decidió arruinarme el día.
-Si es verdad, queremos ir a verlo –dijo un “mal compañero” que se llamaba Marcelo Negri.
-¿H…oy? –tartamudeé- hoy no se va a poder, porque mi mamá está muy enferma (a esta altura, una mentira mas era una manchita más al tigre).
-Entonces mañana, ¿o te inventaste todo eso del fuerte? –dijo.
-¿Cómo me lo voy a inventar? Si les digo que tengo un fuerte, es porque es verdad- respondí enojado, mientras me daba cuenta que me acababa de meter en un grave problema.
Ese día volví a casa devastado. Mi propia boca me había puesto entre la espada y la pared. Pensaba que todo iba a terminar en la clase y jamás me imaginé que alguien se iba a empecinar en querer ver mi fuerte. No podía decir que lo habíamos desarmado porque no era lógico, ni mucho menos confesar la verdad, porque iba a transformarme en un muerto político para todo el colegio. Y esa fue la peor noche que recuerdo de toda mi niñez.
Cerca de la una de la madrugada, no aguanté más y me aparecí en la habitación de mis padres, llorando. Les confesé que me había sentido mal por no haber ido a ningún lugar de vacaciones y que me inventé lo del fuerte. Y lo peor es que Marcelo quería venir a verlo mañana, después de clases.
Obviamente, ni vale la pena que transcriba lo que me dijeron y las caras de asombro. Mi madre me miró con cierta lástima y me dijo que iba a tener que confesarles la verdad a todos y pedirles perdón por semejante mentira.
Volví a la cama más destrozado aún e intenté dormirme.
A los quince minutos, sentí a mi papá que me tocaba el hombro.
-Dante, levántate. Y abrígate que hace frío.
-¿A dónde vamos?
-A construir ese fuerte- dijo, y se dio media vuelta.
Y esa noche, casi sin hablarnos y bajo el rocío de la madrugada, ayudé a mi papá a construir un fuerte…o algo parecido. Una vieja cucha del perro hizo de cuartel, unas viejas lonas sirvieron como techo. Algunas ramas de limonero hacían a su vez, de troncos. Y de mangrullo, pusimos una escalera que me ocupé personalmente de tapar con hojas de higuera. Cuando terminamos, casi dos horas después, mi papá, (que por cierto siempre fue un hombre de pocas palabras) me dijo:
-Ahora puedes traer a quien quieras, pero cuando se vayan, tú y yo vamos a hablar, largo y tendido.
El resto de la historia es predecible. Aunque mi amigo comprobó que había exagerado un poco, no pudo negar que lo que yo había dicho era la pura verdad. Y esa tarde, hasta jugamos un rato a los soldados e indios.
Pero a la noche, tuve una charla que no pude olvidar, aún con el paso de los años.
-Lo que hiciste estuvo muy mal- dijo mi papá- y por eso, vas a tener penitencia. Esta vez te salvé porque soy tu padre y no quería que pasaras vergüenza. Pero en la vida, tienes que andar con la verdad, siempre, aunque sea fea o no te guste. La verdad es lo único que te va a ser una persona de bien.
Le pedí perdón y le agradecí por salvarme el pellejo. Pero principalmente por ayudarme a comprender el amor de Dios.
Hoy ya soy un hombre. Y muchas veces, vuelvo a meter la pata. Me equivoco, callo cuando debía hablar o hablo cuando debía haberme callado. Y entonces es cuando voy a la presencia del Señor y le digo que estoy consciente que me equivoqué, pero que por favor…me construya el fuerte. Le digo que si alguna vez mi papá lo hizo, El también puede ayudarme a salir del embrollo. Y en más de una madrugada, siento que el Padre me toca el hombro y me dice que de algún modo lo vamos a arreglar. Y me construye el fuerte. Aunque me haya equivocado, no me deja avergonzar. Paga mis deudas, me saca del lío, saca la cara por mí.
Claro que después tenemos que charlar “largo y tendido”, pero El siempre me ayuda a arreglar esos errores que me devastan el alma.
Si a lo mejor te equivocaste feo, o volviste a caer en eso que prometiste no volver, o si te alejaste de El e hiciste cosas que te da vergüenza solo de contarlas. Yo se que es bíblico el tener que asumir las consecuencias, pero también se que infinidad de veces, El puede transformar tus errores en algo bueno. El es capaz de tapar el error. De protegerte de la vergüenza. De tenerte una solución antes que amanezca.
No te lo olvides nunca.
El es un gran constructor de fuertes.

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El día que compré mi libertad

Durante dos años de mi adolescencia trabajé en la carpintería con mi padre. Cargué tablones, ayudé a fabricar muebles de estilo, aspiré aserrín en cantidad industrial y me rebané parte de dos dedos de la mano derecha con una moladora. Durante ese tiempo, le pregunté a mi padre si le gustaba su oficio. “¿Quién trabaja de lo que gusta?”, me dijo, y agregó: “mi sueño era ser el dueño de una ferretería, pero nunca se dio”. Fin del diálogo. El siempre fue un hombre de pocas palabras, trabajador, de esos que llegan a la fábrica media hora antes de las seis de la mañana y solo se detienen para tomar un café al mediodía. A la hora de mantener una familia, no hay había mucho tiempo para cuestionarse las profundidades de la vida.
Al poco tiempo, empecé a enviar mis dibujos a algunas editoriales. Algunas muy amables me contestaban que por el momento era imposible, y otras, me ignoraban por completo. Finalmente, un flamante periódico que acaba de salir, me concedió una entrevista. Presenté mis bocetos y me contrataron por unos treinta dólares mensuales. Era el primer sueldo que ganaba como fruto de mi propio talento, por aquello que si me gustaba hacer y que estaba lejos del aserrín de la carpintería. Ese dinero tenía otro sabor, digo, me lo había ganado en buena ley, dibujando, creando sobre el papel blanco. Era el pago por una tira cómica titulada “El mosquito Mel”; hoy mis hijos se ríen de mi primer personaje de ficción.
A partir de allí pasé por varias publicaciones más y de a poco fui aprendiendo el oficio del diseño gráfico y hasta hice mis primeros pasos con algunas notas periodísticas.
Por aquel entonces tenía 16 años, y fue cuando por primera vez estuve consciente que quería comprar mi libertad. Cuando me dije que si lograba capitalizar mi talento, ya no tendría que trabajar para otros, o aceptar que alguien decidiera cuánto valía una hora de mi tiempo.
-Algún día voy a comprar mi libertad –me repetía mi mismo subiendo al tren.
Yo no quería enterrar mi sueño, como la ferretería de mi papá. Mi paranoia era trabajar por el resto de mi vida en algo que no me gustaba, con un sueldo escuálido, y soñando con lo que no pudo haber sido.
Así que, seguí aprendiendo un poco de todo, en silencio. Redacté mis primeras notas, aprendí a hacer copetes, volantas, a titular, a colocar epígrafes. Diseñaba a la vieja usanza (con las galeras de texto que venían desde la imprenta) y me quedaba tiempo para dibujar, que era por lo único que en definitiva, me pagaban.
Con el correr del tiempo, descubrí que si había logrado que me pagaran algo por lo que yo sabía hacer, algún día, quizá podía independizarme y tener más tiempo para servir a Dios, sin presiones económicas o de horarios. En pocos meses, diseñaba casi la mayoría de las publicaciones cristianas y escribía en casi todas, además de seguir dibujando. Paralelamente a eso, crecía nuestro ministerio con la juventud desde la radio y los primeros estadios, historia ya conocida.
Me costó casi dos décadas comprar mi propia libertad. Tener el tiempo y los recursos para administrarlos en la forma que Dios me dijera. Y siempre le digo a los jóvenes que todos pueden hacerlo. Si no es ahora, dentro de un tiempo, pero todos tienen la misma posibilidad.
“El don del hombre le abrirá caminos, y lo sentará delante de los grandes”, dice Proverbios. Se refiere a aquello en lo que tu crees que eres bueno. Aquello que sabes hacer, y puede hacerte comer del fruto de tus propias manos.
“El que descubre su don, nunca más vuelve a trabajar” me dijo una vez un amigo de Los Ángeles. Es decir, lo que hagas para ganarte la vida, ya no lo tomas como un trabajo o una carga, sino como un escalón más hacia tu visión, tu destino en la vida.
Hoy soy un hombre libre, en el amplio sentido de la palabra. Vivo de lo que me gusta hacer, me pagan muy bien por ello, y dispongo de tiempo para invertirlo en el Reino. Disfruto llegar cansado a la cama, como producto de hacer lo que nací para hacer. Aquello para lo que fui creado.
Pero hay veces, que el trajín de lo cotidiano me lo hace olvidar.
Y es entonces cuando hago un ejercicio saludable: me detengo a mirar a toda esa gente que cada mañana sale a trabajar en lo que quizá no le gusta. Miro a aquellos que también aspiran el aserrín de una vida que no eligieron, esperando el día en que ganen la libertad. Hacen aquello que no los hace felices, mientras sueñan con ser otra cosa. Los veo colgarse de los trenes, apretujarse en el subterráneo o esperar bajo la llovizna helada el colectivo de las siete de la tarde que los dejará en casa dos horas mas tarde.
Siempre me pregunto cuántos finalmente lo lograrán y siempre llego a la misma conclusión: los que tienen a Dios juegan con ventaja. Si se atreven, ellos pueden lograr que su propio don los lleve lejos, les abra caminos.
El verdadero juego de la vida es lograr encontrar el propósito del por qué naciste. Luego, todo es más fácil, la cotidianeidad no se te hace cuesta arriba, porque ahora ya tienes un norte, un puerto a donde arribar.
Durante muchos años, estuve bajo jefes, de los buenos, y de los otros. Hostiles, déspotas, condescendientes, afables, abusadores y gente que me subestimaba hasta el hartazgo, demostrándomelo cada semana. Pero como el célebre Tío Tom de Mark Twain, me mantenía el pensar: “Estoy caminando hacia mi libertad, tengo talento, se que puedo lograrlo, si me esfuerzo y agacho la cabeza por ahora, algún día me pagarán lo que yo quiera valer”. Un norte. Un sitio donde llegar. Una visión. Un sueño de libertad.
Hace veintidós años atrás, mirando las vías del tren, decidí cambiar mi herencia y ganar la licencia de soñar sin presiones. Fue en ese preciso momento, cuando cambié el aserrín por la libertad.

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De prisionero a leyenda

¿Quieres oír una historia fascinante? ¿Qué opinas acerca de sentarte en una cómoda butaca de cine y deleitarte con el largometraje que se perdieron de filmar los mejores guionistas de Hollywood? Siéntate y observa.
El hombre espera en la quietud de la celda. Una molesta gotera golpea sobre la áspera piedra. El calor es agobiante y denso, pero a esta altura de las circunstancias, la temperatura es lo que menos importa. Las moscas lo invaden todo sin piedad, pero no tiene sentido espantarlas; al fin y al cabo, pueden llegar a ser la única compañía digna de apreciar. Los demás presos observan al hombre con recelo. Acechan. Para ser honesto, los últimos meses fueron pésimos para el callado prisionero. Sus hermanos lo odian con toda el alma y le tendieron una trampa; una clásica rencilla familiar que terminó en tragedia, en viejos rencores arraigados.
El hombre es apenas la sombra de aquel muchacho que solía lucir un impecable traje de marca italiana, con un delicado toque de perfume francés. Ahora viste harapos, una suerte de taparrabo. Se comenta en la celda, que está marcado por la desgracia. Pudo haber sido libre, llegó a trabajar como mayordomo para un importante magnate. Pero los comentarios afirman que quiso propasarse con la bellísima mujer del millonario. En su momento, negó la acusación, pero «no pretenderá que creamos que fue ella quien lo acosó sexualmente», opinan.
«Si fuese como él dice, debió haberse acostado con ella», afirma un viejo recluso apodado «el griego», «una noche de lujuria le habrían otorgado su pasaporte a la libertad».
El misterioso hombre sigue recostado sobre una de las paredes sucias de la prisión. Parece que supiera algo que los demás ignoran. Como si tuviese un hábil abogado que apelará su condena, o como si presintiese que la muerte está cerca y le aliviará tanto dolor injusto. Sonríe en silencio, sin alboroto. Técnicamente está muerto, sin esperanza.
Pero ya no siente el calor ni le molestan los grilletes. Es como si pudiese ver tras los enmohecidos muros de la celda. Los demás presumen que está al borde de la locura. Pero el hombre espera como aquel que sabe que aún puede cambiar su estrella. Toma la celda como parte del plan, como el último escalón hacia el destino.
Las chirriantes puertas de acero se abren de golpe y dos guardias entran en escena. Buscan al hombre. Unos de los guardias tiene una voz gutural: «Faraón quiere verte, ha tenido un sueño y dicen que tú sabes revelarlos».
El prisionero no se sorprende. Sube los peldaños que lo alejarán para siempre de la celda, en silencio.
Reclusos, observen la espalda de este hombre, contémplenlo mientras se aleja. Si tienen la fortuna de estar vivos, la próxima vez que lo vean, lo encontrarán con vestimenta de rey, lucirá como Faraón. El magnate maldecirá haberlo despedido. La mujer confesará que lo acusó por despecho, injustamente. Y su familia se arrojará ante él, para implorarle misericordia. Los presos lo convertirán en leyenda.
«Yo lo conocí cuando era un don nadie, y se sabía que iba a llegar lejos, siempre lo supe», alardeará y mentirá «el griego».
José gobernará la nación, ocupará el sillón presidencial y administrará los graneros de Egipto. Aprenderá a ganar, experimentará el sabor de la victoria.
Recuerda: puedes ser un héroe.

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La historia del piloto

Dicen que era un piloto experimentado. Horas de vuelo en su haber. Pero que nunca le había sucedido una experiencia semejante.
Sobrevolaba el océano con su avioneta a hélice cuando lo sorprendió un ruido extraño debajo del asiento. Una inmensa rata, correteaba entre sus pies. Fueron los minutos más patéticos de su carrera como piloto aéreo. Un sudor frío recorrió su espalda mientras buscaba desesperadamente un lugar donde aterrizar de emergencia, detalle bastante difícil si tenemos en cuenta que volaba sobre el mar.
Y fue entonces que se le ocurrió un plan alternativo.
En vez de buscar un sitio para aterrizar, decidió levantar más altura. Se elevó por encima de lo que jamás había volado, y la rata, que no soportó la presurización, murió en el acto.
Hubiese dado cualquier cosa, porque alguien me contara esta historia, cuando era mas joven. Cuando estaba pendiente de todas las críticas. Cuando me importaba demasiado el “qué dirán”. Supongo que de haber oído la historia del piloto, hubiese logrado mucho más de lo que El Señor me demandaba por aquel entonces.
Siempre existirán las críticas constructivas y serán bienvenidas. Pero también estarán los roedores, aquellos que sólo corretean entre los pies de los que andan en las alturas.
Por algo, el genial Maxwell dice “Cuando quieras emprender algo, habrá mucha gente que te dirá que no lo hagas, cuando vean que no te pueden detener, te dirán cómo lo tienes que hacer, y cuando finalmente vean que lo has logrado, dirán que siempre creyeron en ti”.
A esos miles de pioneros, a los que pagan el precio de la crítica, a los que viven diez años adelantados, a los que están en la vanguardia, a los que se arriesgan a una milla extra, a los que no miden los costos, a los que provocan los éxitos; a todos ellos, les dedicamos esta historia.
Cuando sientas a los roedores, sube más alto.
Las ratas nunca soportarán la altura.

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Instantes

Mike Murdock dice que el concepto que tengamos acerca del tiempo, determinará si nuestro paso por la vida será productivo. “La diferencia mas grande entre el pobre y el poderoso, el desempleado y el empleado, el exitoso y el fracasado, el pobre y el rico, es la opinión que tienen acerca del tiempo”. El tiempo es el único don natural que viene de nacimiento. Y a propósito de eso, creo que la mayoría desgastamos ese don precioso en pequeñas imbecilidades y en lo qué piensan los demás de nosotros.
Nuestro paso por la tierra es muy corto y no contamos con la chance de una segunda toma. Si le preguntáramos al apóstol Pedro si sería capaz de caminar sobre las aguas otra vez, aún sabiendo que volvería a hundirse, nos diría:
-Claro que sí, tan solo para sentir otra vez sus fuertes brazos, en medio del mar.
En estos años, me he endeudado varias veces y he cometido errores otras tantas. Arriesgué, perdí y gané. He hablado de más y también de menos. He tenido aciertos y fracasos. Pero si pudiera tener veinte años otra vez, haría exactamente todo lo mismo, sin omitir un solo detalle, simplemente para volver a sentir la providencia del Señor a cada paso.
Por otra parte, estoy convencido que el Señor puede hablarnos de diferentes maneras, a través de la Biblia, una predicación, una película, una canción, o aquello que Dios se le antoje utilizar. Y hace muchos años, Dios lo hizo a través de un increíble poema de Jorge Luis Borges al que tituló “Instantes”, aunque me hubiese permitido el atrevimiento de llamarlo “No te pierdas el ahora”. No hace falta decir que fue uno de los mejores escritores que haya existido, pero sin duda, me sorprende como logró reflejar tantas verdades en tan pocas líneas. Damas y caballeros, pasen y vean y después saquen sus propias conclusiones.
“Si pudiera vivir nuevamente mi vida. En la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más. Sería más tonto de lo que he sido, de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. Sería menos higiénico.
Correría más riesgos, haría más viajes, contemplaría más atardeceres, subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido, comería más helados y menos habas, tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata y prolíficamente cada minuto de su vida; claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca iban a ninguna parte sin termómetro, una bolsa de agua caliente, un paraguas y un paracaídas. Si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir comenzaría a andar descalzo a principios de la primavera y seguiría así hasta concluir el otoño. Daría más vueltas en calesita, contemplaría más amaneceres y jugaría con más niños, si tuviera otra vez la vida por delante.
Pero ya tengo 85 años y sé que me estoy muriendo”

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La frase de los sabios

Una antigua leyenda cuenta que un famoso rey decidió reunir a sus principales sabios y eruditos en un conclave para solicitarles un favor.
-Acabo de traer un gran anillo de mi última conquista –dijo el monarca- es muy valioso y además me da la posibilidad que puedo guardar algo más valioso aun, en su interior. Necesito que ustedes, al final del día, me den una frase que sea lo mas sabio que ningún mortal haya escuchado jamás. Quiero que arriben a una conclusión de sabiduría y luego lo escriban en un papel diminuto. Luego, yo guardare esa frase en mi anillo. Y si algún día, el infortunio permitiera que me encuentre en medio de una crisis muy profunda, abriré mi anillo y estoy seguro que esa frase me ayudara en el peor momento de mi vida.
Así que los sabios pasaron el resto del día debatiendo cual seria esa frase que resumiría toda la sabiduría que ningún humano había oído jamás.
Cuando cayó la noche, uno de los eruditos del reino, en representación de todos los demás, se acerco al rey con una frase escrita en un pequeño papel.
-Aquí esta, su Majestad. Solo tiene que guardarlo en su anillo y leerlo en caso que una gran crisis golpee su vida y su reino.
El monarca guardo el papel en su anillo y se olvido del tema.
A los pocos años, el reino era saqueado por los enemigos y el palacio reducido a escombros. El rey logro escapar entre las sombras y se oculto entre unas rocas, en las afueras de su devastada corte. Allí, observando un precipicio, considero la posibilidad de quitarse la vida arrojándose al vacío, antes de caer en manos enemigas. Fue cuando recordó que aun conservaba el anillo, decidió abrirlo, desenrosco el diminuto papel y leyó: “Esto también pasara”. El rey sonrió en silencio, y cobro animo para ocultarse en una cueva, en medio de la oscuridad, hasta que ya no corriera peligro.
La leyenda dice que veinte años después, el rey había recuperado todo su esplendor, a fuerza de nuevas batallas y conquistas. El trago amargo había quedado atrás, y ahora regresaba triunfante de la guerra, en medio de vítores y palmas de una multitud que no dejaba de ovacionarlo. Uno de los antiguos sabios que caminaba al lado del carruaje real, ya anciano, le susurro al rey:
-Su majestad, creo que hoy también debería volver a mirar el interior de su anillo.
-Ahora? Para que habría de hacerlo? No estoy en medio de una crisis, sino todo lo contrario –replico el rey.
-Es que esa frase no solo fue escrita para los momentos difíciles, sino también para cuando crea que todo lo bueno pareciera que ha de perdurar por la eternidad.
El rey, en medio de los aplausos, abrió el anillo y volvió a leer: “Esto también pasara”, y descubrió en ese mismo instante, que sentía la misma paz que tuvo cuando estaba a punto de quitarse la vida. El mismo sosiego, la misma mesura lo invadió por completo. Aquel día descubrió que la frase que los sabios le habían entregado era para leerla en las derrotas y por sobre todo, en los tiempos de victoria.
Hubiese dado cualquier cosa porque alguien me contara esta fantástica historia cuando yo era mucho mas joven. Pero siempre digo que de tener una maquina del tiempo (como la saga de Spielberg “Volver al futuro”) viajaría al pasado para encontrarme conmigo mismo cuando tenia unos…diez u once años. No buscaría a nadie mas, no hablaría con ninguno mas, solo trataría de ubicar a Dante, a aquel niño que alguna vez fui. Lo enfrentaría cara a cara y le diría algo así como:
-No me preguntes quien soy, porque de todos modos no me lo vas a creer. Solo vine a regalarte una frase que quiero que guardes para siempre: “Esto también pasara”. Disfruta la adolescencia que te queda por delante, disfruta cada instante que puedas, no te pierdas el ahora por estar preocupado por el futuro. Todo va a salir bien, te lo prometo. Algún día los exámenes, los complejos y la baja estima van a ser historia y en unos años vas a reírte de tus problemas de hoy. Tu vida estará resuelta antes de lo que imaginas. Tranquilo, no hay nada malo mas adelante. Finalmente vas a lograrlo.
Te dieron ganas de hacer lo mismo? Siempre que cuento esta historia, alguna lagrima se escapa entre los que me escuchan, esencialmente porque la mayoría tenemos cierta lastima de aquel niño que alguna vez fuimos.
De alguna manera, es una suerte de paráfrasis de tantas promesas bíblicas. El señor nos habla de no estar afanosos por el día de mañana, de no preocuparnos por lo que vendrá, de disfrutar las nuevas misericordias de Dios cada mañana. Pero por alguna razón, la ansiedad nos juega una broma pesada y sin querer, nos va robando pedacitos valiosos del presente.
En estos años, he pasado momentos muy tristes, de mucha angustia, y momentos muy felices, de mucha euforia. Y ambos momentos pasaron, quedaron en algún lugar, a lo sumo, retratado en alguna fotografía. Pero no estoy interesado en vivir de recuerdos, no me gusta anclarme en las crisis ni en las victorias. No me hacen bien ni las críticas despiadadas ni los aplausos. Por esa razón, es que repaso aquella frase a diario.
En la vida real me es difícil encontrarme con el niño que fui. El aplomo y la madurez hacen que cada día me sea mas difícil reencontrarme con el. Pero uno no deja de jugar porque se hace viejo, sino que se hace viejo porque deja de jugar. Pero por lo menos, tengo la salvedad que puedo disfrutar el ahora, el presente. Veo a mis dos hijos pequeños y antes de excusarme que estoy ocupado para jugar con ellos, recuerdo que “esto también pasara” y que en algunos años ya no estarán en casa ni querrán jugar. Entonces abandono los proyectos de mañana y me dedico a mi hoy.
He decidido no pasarme el resto de la vida pensando en lo que haré en dos años. No me interesa vivir pensando que la felicidad absoluta llegara el viernes a la noche, o el sábado por la tarde. O en el verano, o la primavera. O una vez que me gradúe o cuando viaje a aquel país. O cuando me jubile o cuando crezcan mis hijos o cuando me pare ante una multitud. La felicidad no es un destino, es un trayecto. No es un lugar ideal donde uno llega un buen día, sino que un camino que vamos transitando de a poquito, con los pequeños fragmentos del hoy.
A cada lugar donde Dios me lleva, por lo menos dedico un mensaje para motivar a los jóvenes que disfruten el hoy. Pero por sobre todas las cosas, que la ansiedad de lo que todavía no tienen o no han vivido, no les robe lo que ya tienen en sus manos, que nunca es poco. Por mi parte, estoy más que feliz con lo que Dios nos ha regalado en estos años. Pero tengo muy en claro, por sobre todas las cosas, que aun “Esto también pasara”.

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Los tres grandes consejos

Durante algunos años, tuve la fortuna que me invitaran para predicar en algunas reuniones dominicales del servicio hispano de La Catedral de Cristal de Los Ángeles. Allí conocí a su anfitrión, el genial Pastor Juan Carlos Ortiz. Acaso el mejor predicador que ha dado América latina en muchísimo tiempo. Su sabiduría está intacta, su don de gente sigue siendo su principal adjetivo. Sus mensajes son tan demoledores y profundos como lo eran en los tumultuosos años setenta, cuyos casetes eran buscados como el oro y copiados a granel bajo cuerda, a pesar que estaban proscriptos por la iglesia tradicional de aquel entonces.
Pero no fueron sus mensajes los que lograron subyugarme, sino esas charlas íntimas que logramos tener en mis visitas a su imponente iglesia, a finales de los noventa. No fueron muchas, tres para ser exactos. Una en su oficina, otra en una cena en una marisquería y la más reciente en un asado que el mismo Juan Carlos me preparó en su casa de retiro en las montañas de California. Todo un honor.
Sería imposible transcribir toda la sabiduría que este hombre emana en conversaciones que parecieran surgidas como al descuido. Pero recuerdo los tres consejos más valiosos y significativos que pudo darme. De hecho, los he transformado en mi código de honor, mi estandarte de integridad.
Los he guardado hace casi diez años, como mis tres preciados tesoros de sabiduría.
Pero no los leas a la ligera. Si te es posible, memorízalos, átalos a tu cuello, escríbelos en las tablas de tu corazón. Son palabras sencillas, pero demasiado profundas para leerlas una sola vez.
Indudablemente, estos tres consejos de Juan Carlos, son las últimas palabras que me gustaría decir antes de bajar al sepulcro. O la herencia que quisiera dejarles por escrito a mis hijos, para que también hagan de ellos su bandera en la vida ministerial.
El primer consejo me lo dijo en medio de un diálogo donde por aquel entonces yo le planteaba que estaba inmerso en un mar de críticas. De esas despiadadas, que solemos emitir los cristianos en contra de otros pares, sin medir las consecuencias y lo que es peor, sin importarnos la motivación ajena. Recuerdo que a pesar que realizábamos cruzadas multitudinarias, no lograba sentirme querido por mis consiervos.
-¿Te están dejando fuera del círculo? –me preguntó mirándome a los ojos.
-Algo así. No me lo han dicho, pero puedo sentirlo.
-Entonces voy a decirte lo mismo que el Señor me dijo a mi cuando también me sentí fuera: ¡Haz un círculo más grande y mételos adentro!
Tan sencillo y rotundo como eso. Si quieren dejarme fuera, de todos modos decido amarlos e incluirlos en mi vida. Aunque algunos no lo merezcan o no les interese. Mi estilo de vida es agrandar el círculo. Independientemente de la opinión que otros tengan acerca de mi.
El segundo gran consejo fue cuando le pregunté si al sentirse rechazado (como todo pionero, Juan Carlos fue duramente atacado por la Iglesia tradicional, hace muchos años) si acaso no sentía ganas de reclamarle al Señor el tener que pagar un precio tan alto por haberse jugado por una visión.
-Una vez fui al Señor con esa misma queja –me confesó- le mencioné que algunos hermanos no me amaban y me rechazaban. Fue allí cuando El me dijo: “Tranquilo, Juan Carlos, yo di mi vida en la cruz para que me amaran a mi, y no a ti”. ¿Entiendes mi querido? ¡El nunca prometió que te amarían a ti! Cuando realmente estés consciente de eso, lograrás sacarte un gran peso de encima. No tendrás una fuga de energía pensando en todos aquellos que no te aman, porque tu meta no será que te acepten a ti, sino al Señor.
El tercer consejo, no sonaba como tal, más bien era una pregunta que recurrentemente Juan Carlos me hacía cada vez que visitaba la Catedral.
-¿Ya hiciste la lista de personas con las que estás dispuesto a fracasar?
Esa era una pregunta movilizadora, inquietante. A nadie le gusta fracasar, muchos menos a un líder. Esa no es la pregunta que alguien quisiera oír. Queremos saber como tener éxito, pero no nos importa saber con quienes nos va a ir mal.
-¿Por qué debería fracasar? –pregunté incrédulo.
-Porque si no decides con quienes te va a ir mal, lo más probable es que seas un híbrido que le termines agradando a todo el mundo y nunca lograrás dejar una huella en la historia. Yo decidí que quiero fracasar con los religiosos, estoy consciente de eso, hasta tengo una lista de quienes son y eso hace que no me lastime. Por el contrario, me hace bien para mi salud emocional y espiritual. No fracaso con ellos porque hice algo mal, o ni siquiera porque ellos lo han determinado. Es mi propia decisión.
Contundente. Frontal. Fue allí cuando me di cuenta que finalmente ese día llegaría para mi ministerio. El momento de inflexión en que debería elegir entre conformar a todos y salir a explicar cada visión que Dios me daba, o hacer lo encomendado, sabiendo en quienes y en qué estoy enfocado.
-De todos modos, aquellos con quienes tú decidas fracasar, siempre serán parte de tu familia, al fin y al cabo, les guste o no les guste, te tendrán que aguantar. Es como cuando uno no quiere un cuñado, o un primo, pero en los cumpleaños o en las navidades, el siempre estará allí, sentado a la mesa. Es familia, y eres parte de ella, aunque les desagrades a algunos. Tu preocupación debiera ser que a causa tuya, no se pierda algunos de los de afuera, no te preocupes por los de adentro, ellos ya están salvos. Enfócate en la gente correcta, en los que estén alineados en tu visión.

Agrandar el círculo para meterlos dentro.
El no murió para que me amen a mí.
Hacer una lista de aquellos con los que fracasaré.

Sin duda, son tres grandes tesoros que hoy sentí de regalártelos, así como algún día Ortiz lo hizo conmigo. Solo tienes que cuidarlos, y recordarlos cada vez que odien tu túnica de colores y te arrojen en una cisterna. Si recuerdas las tres perlas, algún día vas a abrir los graneros y vas a compartir con tus propios hermanos, sin rencores, de lo mucho que Dios te dio.

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Héroes


Los soldados aguardan formados, en un respetuoso silencio.
Viven los mediados de la década del sesenta. Los Estados Unidos de Norteamérica toman una decisión geopolítica de importancia. Reemplazan militar y políticamente a la decadente presencia del imperio colonial francés en Vietnam.
Entre ellos hay padres de familia con sueños propios, con metas a largo plazo. También están los más jóvenes. Algunos con novias, a punto de casarse. Otros con grandes proyectos de estudios. Y los que no tienen a nadie, excepto este grupo de camaradas que van a la guerra. Quizá, algún día soñaron con formar parte de este ejército, a lo mejor, porque no pertenecían a ningún otro lugar. Pero se les nota, muy en el fondo de la mirada, que aún son demasiado niños, aunque vistan un impecable uniforme militar.
Como sea, todos tienen muchas cosas en común.
Sueños de libertad. Deseo de pertenecer. Sed de una buena batalla, aunque suene desconocida y esté demasiado cerca.
No son guerreros de alma, son apenas una rara mezcla de hombres jóvenes, que no conocían la guerra, y unos pocos mayores con cicatrices y galardones de combate. Pero en definitiva, son hombres.
Y aguardan, formados en el imponente hangar aéreo, alguna motivación que les de un empujón hacia la batalla.
En realidad es un duelo personal y sangriento entre estrategas del arte de la guerra.
Ahora el teniente coronel Hal Moore tiene que dar un discurso a sus soldados y sus familias en la víspera de su entrada en combate.
Entre ellos, escuchando a su marido, se encuentra la mujer de Moore, Julie, quien lo había visto levantado hasta altas horas estudiando libros de historia sobre masacres diversas, planeando una estrategia más segura para sus hombres, el Primer Batallón del Séptimo de Caballería, el mismo regimiento que comandó el general George Armstrong Custer.
El siguiente domingo, el teniente coronel Hal Moore y sus jóvenes soldados tomarán tierra en la Zona de Aterrizaje X-Ray, en el valle Ia Drang, una región de Vietnam conocida como el Valle de la Muerte.
Por eso el Coronel sabe que no será una tarea sencilla.
Moore observa a su tropa detenidamente. Y luego, lanza el desafío, y las únicas dos promesas que les podrá hacer.
-Esta no será una batalla fácil, acaso ninguna lo sea.
Pero sólo puedo prometerle dos cosas. La primera: Seré el primero en colocar un pie en territorio hostil y el último en retirarme del campo de batalla. Y la segunda, les doy mi palabra de honor que no dejare a nadie atrás. Todos, vivos o muertos, regresarán a casa.

Otra historia similar. Israel, unos 1.010 años antes de Cristo.
Otro pelotón, otra tropa, pero con el mismo común denominador. Sed de nuevas batallas. Otra vez, el recurrente cuadro. Jovencitos, padres de familia, una decena de hombres de combate, cientos de novatos.
Y otro Teniente Coronel.
Este hombre tiene mil batallas y estrategias de guerra en su haber. Debe capturar Jerusalén de los Jebuseos y hacerla su capital.
El sabe que su fuerte liderazgo atrae a los jóvenes valientes y les inspira lealtad intensa, lo cual no es poco para comenzar.
Pero hay una sustancial diferencia con la historia americana. Esta vez, los soldados no esperan un discurso. Ellos son quienes van a hablar.
Un delegado, se cuadra delante del batallón, toma la palabra y levanta su voz, para que se escuche en todo el inmenso y desértico Hebrón.
-Aquí estamos, somos tu ejército. Carne de tu carne y hueso de tus huesos. Tus victorias son las nuestras y también tus derrotas. Aún cuando teníamos otro Jefe de las fuerzas armadas, eras tú quien nos sacabas a la guerra y nos volvías a traer. Como sea, siempre nos has traído de regreso a casa.


Las dos crónicas pertenecen a historias reales. La primera fue llevada a la pantalla grande de la mano del laureado director Randall Wallace e interpretada por Mel Gibson, en la famosa “We were soldiers” (Fuimos soldados).
La segunda está descrita en el capítulo 5 del segundo libro de Samuel, en el momento exacto que David es proclamado Rey de Israel, y en las horas previas a la toma de la fortaleza de Sion.
En ambas historias, aparecen los mismos muchachos que en cuestión de horas, sentirán el fragor de la batalla. Y coincidentemente, tendrán las mismas consignas. La lealtad de un ejército no se consigue peleando como una suerte de reconcentrado estratega que no se mueve de su bunker subterráneo y que como un lúcido e inescrupuloso jugador de ajedrez experimenta con sus hombres el poder real su enemigo. La lealtad, caballeros, se logra “siendo el primero en avanzar y el último en retirarse del campo de batalla”.
Como lo prometiera el Coronel Moore. O como lo hiciera, tantas veces, el mismo David. Inclusive, a éste último, más de una vez sus generales tuvieron que advertirle que no se expusiera demasiado. “Si te matan, David, apagarás la lámpara de Israel; déjanos pelear a nosotros”.
Es que no se comanda a una tropa desde el inerte escritorio de una oficina, o dibujando cronogramas en un pizarrón.

Por otra parte, es determinante, traer a la tropa de regreso a casa. La historia ha atestiguado de aquellos estadistas desalmados que han empujado a una nación a la guerra, con consecuencias trágicas. No traerlos de regreso, significa enviarlos a un suicidio en masa. Sin estrategia, sin coartadas, con armas arcaicas, sin un plan alternativo.
Quizá por eso, me fascinan ambas historias. Por sus consignas. Porque un ejército cuyo Comandante no los abandonará y los traerá de vuelta, es un batallón que traerá victorias a la bandera. Inclusive, más allá de los resultados. Porque las verdaderas batallas, no se miden por las tierras conquistadas, o las bajas enemigas. Sino por el valor de sus hombres.
A través de estos años, la vida me ha topado con muchos líderes del Reino. Gente con sueños de multitudes, sedientos de victorias, con hambre de pelear contra una religión organizada que tanto daño le ha hecho a la creatividad Divina. Todos, sin excepción, con intenciones loables.
Pero he visto a muy pocos, con el código de honor del Coronel Moore o el Rey David. Y es gratificante saber que algunos, aunque muy pocos, cuentan con ese código militar divino.
Cada vez que el Señor me permite alistar a una nueva generación para la batalla, observo los mismos rostros de siempre. Muchachos a los que la vida no les ofreció la gran oportunidad de servir en una causa noble. Algunos con pocas o casi ninguna batalla significativa en su haber. Padres de familia, estudiantes, indoctos y profesionales. La mayoría, son apenas aquel grupo de “menesterosos, endeudados y marginados” que alguna vez encontraron en David a alguien que les devolviera su dignidad y los comprometiera con una causa.
Los soldados han esperado durante varias generaciones en respetuoso silencio. Obsérvalos con detenimiento. No parecen entrenados, no suenan confiables. Pero tienen lealtad, lo cual no es poco para causar una revolución militar.
Los jóvenes sólo esperan a Coroneles que no los envíen a la guerra con un simple plano de donde deben desembarcar. Están hartos de aquellos líderes que les dicen cómo pelear las mil batallas de la vida, desde el mullido sillón de una oficina. No los alentará oír otro sermón de cómo ganar. No los atraerá que sólo se les enseñe a pelear y plantar bandera.
Ellos necesitan un nuevo discurso. Alguien que les ofrezca el mismo código de honor de rey David o el Coronel Moore.

Seremos los primeros en avanzar y los últimos en retirarnos del campo de batalla. Y todos, regresarán a casa.
Son pocos los que tienen el deseo vivo de salir a ganar a una generación junto a ellos.
Son contados, aquellos que se animan a correr el riesgo de colocar el primer pié en territorio enemigo, con todo el precio de la crítica que eso conlleva. Orillando en la delgada línea de ser pionero y casi un mártir, por atreverse a caminar una milla extra.
Y también son muy pocos, aquellos que desean formar al ejército, brindarle el mayor arsenal posible, para que no queden tendidos en la arena de la batalla, sino que puedan estar de regreso. Para otras nuevas batallas.
Sin subestimar a nadie, recuerdo un viejo proverbio árabe que rezaba: “Un ejército de ovejas comandado por un león derrotaría a un ejército de leones comandado por una oveja”. Y se que en el Reino, y en este seminario intensivo, hay muchos de esos leones, que puede transformar a un grupo de proscriptos a los que la vida dejó fuera de las grandes ligas, en valientes estrategas de guerra.
Me gusta cuando el ejército es quien decide los honores. Me fascina y llena mi corazón cuando el reconocimiento nace fuera del oficialismo religioso, y luego, a las grandes comisiones, solo les restará reconocer lo que el pueblo ya ha otorgado por mérito.
Debo confesar que soy adepto a que sea la prensa, los inconversos, o los mismos jóvenes quienes un día, en un contemporáneo monte de Hebrón, reconozcan a quienes los conducen a la guerra.
Es que los diplomas nunca enviaron a nadie a la batalla, necesariamente.
Esto recién comienza, pero hay un grupo de hombres, allá afuera, que reconoce a estos líderes y pastores como aquellos que los han comprometido con una causa noble y por la que vale la pena pelear. Y es esa misma, la razón por la que me agrada ser parte de “Héroes”.
Y ahora, echa un último vistazo a la tropa. Como dije, algunos parecen niños. La mayoría son novatos, y muy pocos tienen experiencia de guerra. Pero poseen un denominador común. Un adjetivo que los hace, en algún punto, exactamente iguales.
Tienen una consigna de honor.
Todos ellos, son nada menos que héroes.

Artículos - Dante Gebel


El Código De Honor De Los Héroes

1. Los héroes no dan vueltas sin sentido, ellos saben a donde van, porque ellos saben para que están.

2. Los héroes son tentados, pero saben que y con que responder a sus artimañas. Los héroes saben que sus decisiones y respuestas pueden desagradar a otros, no obstante aceptan el costo que sus acciones les demandan.

3. Los héroes no necesitan ciertos medios para ser tales, son héroes sin importar el escenario en que les toque actuar. Son fieles a esa genética que siempre los hace proceder igual.

4. Los héroes tienen una aspiración, un sueño, una visión con antelación en su vida y para su futuro, porque eso hará que la prisión no los haga desaparecer. Eso hará que utilicen a la prisión como un escalón para subir, como una autopista para colocarse cerca del cumplimiento del sueño de Dios en su vida, más cerca de cruzar la línea de su promoción.

5. Los héroes son personas sabias, que no hablan de sus sueños y visiones a quien sea y por el simple hecho de que tienen bocas. Los héroes saben con quien compartir sus locuras.

6. Los héroes saben esperar su tiempo. Es una espera activa. No asaltan primeros lugares, no traicionan amistades, ni mucho menos hieren ninguna espalda.

7. Los héroes son fieles y leales, pase lo que pase, ocurra lo que ocurra porque saben que su fidelidad les dará en su tiempo sus merecidas promociones.

8. Los héroes saben esperar su tiempo, los héroes siempre son y serán reconocidos, ellos lo saben, ellos esperan.

9. Los héroes son gente de enfoque, no habrá circunstancia con el poder suficiente para desviarlos de su objetivo y de lo que creen que Dios ha dicho para ellos.

10. Los héroes no analizan lo grande de un desafío para construir razones de porque no debieran enfrentarlo, prefieren siempre definir con que actitud habrán de conquistarlo.

11. Los héroes oran y acto seguido trabajan para construir las respuestas de sus oraciones según les fue prometido por Dios.

12. Los héroes una vez que salieron de la tierra de sus prisiones, imposibilidades y mediocridades, no volverán allí por ninguna razón.

13. Los héroes saben que después del tiempo de la oración siempre viene el tiempo de la concreción según lo que fue intensamente orado.

14. Los héroes son aquellos que deciden construir a pesar de la oposición y por eso, habrán de saborear en su tiempo las mieles de la victoria.

15. Los héroes aunque pequeños, se ven obrando como grandes. Los héroes ensayan mil veces la obra que aman y desean presentar con excelencia en su momento.

16. Los héroes no son reaccionarios de la vida. Se dan cuenta de sus limitaciones y debilidades y por ello con altura y valentía se lanzan a superarlas. Un complejo no puede esconder y silenciar a un héroe.

17. Los héroes son auxiliados por Dios, porque el sabe que son esa gente distinta que frente el problema, la tribulación o el desafío, sólo verán progreso, grandeza y avance. Los héroes se resisten a morir en el problema. Los héroes quieren morir, pero después de haber cruzado la línea de su victoria.

18. Los héroes no le piden permiso a sus problemas o enfermedades para hacer lo que Dios les mostró y ordeno hacer. Los héroes se echan sobre sus hombros los problemas y viajan con ellos camino a hacer la obra que Dios les encomendó y no aceptan que los mismos los detengan.

19. Los héroes no se rinden, lo vuelven a intentar una y otra vez.

20. Los héroes han renunciado a enfrentar la vida desde el pánico y la imposibilidad. Los héroes se alejaron para siempre de ese espíritu conformista, carente de toda clase de superación.

21. Los héroes han sepultado la cultura del no poder. Han renunciado a morir a la mitad del camino. Han decidido rendirse pero sólo una vez que hayan cruzado la línea y hayan escuchado su nombre de labios de Aquel que recompensará su obra con toda justicia.

22. Los héroes, los que son distintos, los que son de una raza diferente, jamás entregaran lo que son y lo que creen por gusto propio o de terceros.

23. Los héroes no negocian lo que esta prohibido negociar. Ellos no están dispuestos a que sus sueños, sus ideas y proyectos se desintegren en el proceso de darles forma. Eso es también un héroe.

24. Un héroe, uno que está decidido a cruzar la línea de sus logros, comienza y termina su proyecto. Un héroe, no olvida que un corazón con la motivación incorrecta se expone a vender por baratijas lo que no tiene precio: sus convicciones. No encontraras en un héroe semejante característica.

25. Si eres un héroe, si eres distinto, tus convicciones serán probadas y sometidas a presiones a primera vista insoportables, pero a la verdad absolutamente vencibles.

26. Los héroes marcan una diferencia y ejemplarmente llegan enteros a su cumbre. Cruzan la línea enteros y no solo algunos pedazos de ellos. Los héroes no se atontan por las fascinantes notas de una sirena llamada éxito. Los héroes no justifican hacer cosas por el simple hecho de que otros lo están haciendo.

27. Un héroe sabe que la presión no aprisiona. Sabe que solo lo empujara a salir de sus redes integro y bien entero.

28. Los héroes deben tomar decisiones y muchas veces las mismas los condenaran a vivir como solitarios. Los héroes no entienden el idioma de la competencia, ellos solo saben hablar de cooperación.

29. Los héroes saben que tienen un rol ineludible a favor de los que menos tienen y los que menos son escuchados. Los héroes son voceros que han llegado a la grandeza de ya no pensar solo en ellos, ahora piensan y hacen algo por los que mas lo necesitan.

30. Los héroes no se olvidan de donde salieron o mejor dicho de donde les saco Dios, por eso devuelven en obras desinteresadas a sus prójimos el gesto de haber sido salvados y transformados por el mismo Dios.

31. Los héroes no se olvidan de donde salieron o mejor dicho de donde les saco Dios, por eso devuelven en obras a sus prójimos el gesto de haber sido salvados y transformados por el mismo Dios.

32. Los héroes tienen temor de usar un minuto de su tiempo y un centímetro de sus lugares de servicio para hacerse de un dinero venido de la manipulación camuflada de servicio en nombre de Dios.

33. Los héroes no comercian con la fe. No saben como hacerlo, no quieren hacerlo. Están al tanto de que tal fenómeno vomitivo a todas luces existe, pero no tienen ni la más mínima curiosidad de saber como funciona.

34. Los héroes no se permiten utilizar a Dios y su Gracia para hacer sus negocios funestos camuflados en mantos y acciones de piedad.

35. Los héroes no buscan acordar con nadie, ni esperan agradar a nadie con su mensaje. Los héroes son poseedores de una profunda convicción y decisión de solo agradar a Dios. Ellos dicen lo que Dios les dijo que dijeran y no lo que el auditorio de turno, quiere en esos instantes oír.

36. Los héroes tienen un lema: Todos lo hacen pero yo no. Esa la decisión de un verdadero héroe. Porque hay que ser un héroe, para seguir siendo diferente cuando todos presionan por ser iguales en su mediocridad y degradación.

37. Los héroes saben cuando y a que hay que decirle que no. Hay si que pudre el alma y deteriora la integridad. Hay no, que salva la vida, inspira a generaciones completas y construye una nueva historia. .

38. Los héroes no solo gritan palabras de valiente determinación, sino que también las respaldan con hechos inequívocos de obediencia y sagrada valentía. Los héroes confían en que Dios los salvara y permanecen en esa promesa aun cuando también saben que existen posibilidades de que tal cosa no suceda. Es que los héroes no creen en Dios porque los salva, ellos creen en Dios y punto.

39. Los héroes comulgan con la buena ética. La justa y tan olvidada ética que viene del mismo Dios. Pagarán el precio de sostener lo que creen. Jamás verán caer pedazos de vida que son sus valores. Nunca los veremos adulterar lo que son. Aun cuando queden solos. Aun cuando queden solos. Aun cuando sean juzgados y condenados al vacío propuesto por supuestos amigos. Aun siendo criticados y presionados para que sean como la mayoría, permanecerán seguros y firmes pagando los precios que por tal actitud se acarreen.

40. Los héroes, los que son distintos, los que son de una raza diferente, alcanzaran sus logros legítimamente. Por la verdad y la transparencia. No llegarán allí corrompidos. No llegarán al éxito por haberse prostituido en sus convicciones. No habrán cerrado obscuros negocios con la mentira y la ambición. No habrán hecho alianzas siniestras y secretas motivadas por la desesperación de llegar como sea y destruyendo a quien sea.

41. Los héroes le creen a Dios y aceptan y defienden con su vida los códigos que el Dios al que aman les propone.

42. Los héroes, los que construyen sus sueños, se zambullen responsablemente en la Palabra para conocer quién son.

43. Los héroes, son hombres de convicciones, de ideas firmes a prueba de presiones de cualquier tipo, incluso la del riesgo de la misma muerte.

44. Los héroes siembran de ética inspiradora el camino que recorren y no de despojos de convicciones que vendieron simplemente por la ambición letal de llegar a cualquier precio.

45. Los héroes saben que de nada sirve iniciar el camino entero y terminarlo en pedazos. Saben que de nada sirve comenzar a construir su éxito como un ángel y terminarlo como un demonio.

46. Los héroes están en todas partes, es posible que este viviendo uno contigo en tu propia casa.

47. Los héroes no dejan millones ni mansiones por doquier. Con toda seguridad dejan una marca, un ejemplo que son pura inspiración y con seguridad no hay dinero que pague eso.

48. Los héroes logran lo que deben lograr entre otras cosas, porque cuando pudieron abandonar su obra, decidieron seguir construyéndola.

49. Los héroes empiezan, siguen y llegan.

50. Los héroes sirven a Dios en las buenas y en las malas.

51. Los héroes utilizan cualquier situación, aun la misma cárcel para bendecir y promover a la próxima generación del relevo. Porque los héroes son esos que dejan huellas, buenas, muy buenas por cierto.

52. Los héroes son tanto esos que ven las rejas de sus prisiones abrirse delante de ellos mientras viven y también esos que las abren solo con el poder de su sangre derramada.

53. Los héroes tienen frío y también una legitima necesidad de ser cubiertos. Los héroes no se avergüenzan de eso por cuanto hace tiempo se dieron cuenta que son mortales tan o mas necesitados de Dios como cualquiera.

54. Los héroes no se llevan con su muerte la sabiduría adquirida en la vida que se les extingue, necesitan dejarla caer en las generaciones que les continúan.

55. Los héroes verdaderos, son esos que han decidido que el último metro para conquistar su cumbre, no será el pedazo de tierra para cavar sus tumbas.

56. Los héroes no abandonan, celebran y descansan solo una vez que han alcanzado aquello que se han propuesto alcanzar.

57. Los héroes hablan de Cristo, es para ellos una pasión desenfrenada. Por eso para ellos no hay mejor o peor ocasión para hablar del Cristo que les cambio la vida.

58. Los héroes no pierden tiempo en atender juicios y opiniones que solo buscan detener sus obras.

59. Los héroes saben que su vida y su obra serán juzgadas y criticadas.

60. Los héroes sabiendo que están en la razón y la voluntad de Dios, han decidido llevar adelante con determinación, la concreción de sus sueños, aun cuando en el proceso queden absolutamente solos.

61. Los héroes saben discernir los peligros a los que se exponen producto de mantenerse en el camino indicado por Dios.

62. Los héroes tienen marcas concretas para exhibir. Si no gozaran de la bendición de hablar, hablaran por medio de sus marcas.

63. Los héroes reconocen que les cuesta, pero llegan a donde deben llegar. A los héroes les cuesta, pero llegan a donde Dios y no los hombres les dijeron que deben llegar.

64. Los héroes muchas veces comienzan su obra con muchos y la terminan con unos pocos. También los héroes tienen sus épocas de apoyos multitudinarios que los hace terminar como condenados a vivir como solitarios.

65. Los héroes no se sorprenden si son los próximos traicionados de la presente y próxima década.

66. Los héroes aguantan. No naufragan en cuanto de ellos dependa y se imponen con coraje seguir hasta llegar. Hora a hora y día a día, porque de ser así llegaran a pararse sobre la cima de sus sueños y la línea de su consagración y victoria. Habrán cruzado legítimamente. Eso también es ser un héroe.

67. Los héroes hablan mejor por medio de sus obras. Los héroes no solo dibujan sus sueños, los construyen hasta hacerlos realidad.

68. Que los héroes producen resultados, causan efectos concretos y a todas luces, bien buenos.

69. Los héroes se preparan para hacer, solo quieren hablar por medio de sus obras. Los héroes saben que criticar es lo más fácil, pero mejor saben y practican el hacer silencio y producir, porque solo eso les reserva un lugar en el podio de los que habrán de inspirar a generaciones enteras.

70. Los héroes tienen sueños y dan su vida para hacerlos realidad. Los héroes son concretos y no abstractos.

71. Los héroes tienen tiempo para las personas, aunque que no eso no los sigan las multitudes.

72. Los héroes buscan una sola clase de éxito, el de los testimonios de personas específicas a las que ayudaron a encontrar una solución específica.

73. Los héroes ven lo que otros no ven porque enfocan donde pueden ayudar y no en lo que pueden sacar y con lo que se pueden quedar.

74. Los héroes hablan poco y hacen mucho. Los héroes saben de teología, pero siempre aprueban sus exámenes en la práctica de todos los días.-

75. Los héroes cristianos ven sus proyectos como Jesús los ve.

76. Los héroes saben que no deben pasarse la vida y la fe tan solo sintiendo y viendo cosas.

77. Los héroes son ciudadanos tan comprometidos con el Reino que lo hacen publico por medio de su compromiso como ciudadanos. Los héroes se resisten a solo ser protagonistas dentro de las cuatro paredes de un templo, ellos saben que su obra debe ser construida fuera de ellas.

78. Los héroes, difícilmente justificaran su servicio con un mero mantenerse. Han renunciado hace tiempo a ser tan mediocres como la masa que quiere devorarlos.

79. Los héroes no solo lideran las tareas dentro del templo, principalmente lideran la transformación de las comunidades que están viviendo fuera de ellos.

80. Los héroes no conviven por un minuto con la insensibilidad ante la desgracia de los prójimos.

81. Los héroes tienen proyectos, no se mueven por la buena de Dios, ni esperan pasivos por un golpe de suerte. Los héroes saben a donde van.

82. Los héroes se resisten a ser repetitivos en lo que no da fruto. Son innovadores por naturaleza, el riesgo fluye por sus venas. No son locos sin destino. Están dotados de la bendita locura que se resiste a adorar lo obsoleto e inoperante por años y buscan mil maneras de llegar a donde Dios les dijo que habrán de llegar.

83. Los héroes flotan solo para reponer fuerzas y al minuto próximo ya están nadando de nuevo. Por eso son héroes también, porque así como reciben lo sueltan. Los héroes practican a la generosidad en todas sus formas.

84. Los héroes son agentes empecinados en la obra de la transformación. Saben que no serán juzgados por sus trajes, zapatos o corbatas, ni por su dialéctica, ni menos por sus tres kilómetros de títulos anunciados antes de nombres propios. Ellos saben que simplemente sus obras, sus resultados hablaran por ellos.

85. Los héroes direccional el sentimiento hacia un objetivo con propósito y con frutos que no solo le bendigan a el, sino y principalmente a los demás.

86. Los héroes no saben criticar, les representa no solo una perdida de tiempo, sino un arma del infierno para romper amistades. Ellos solo saben producir. Los héroes no hacen cosmética de piel, ellos quieren cambiar corazones.

87. Los héroes, saben más de sudor, trabajo y esfuerzo, que de perfumes, confort e inoperancia.

88. Los héroes, no infectan, solo afectan. Los héroes son un problema para las estructura del tipo que sea que solo quiere entretener y pasarlo bien. Lo héroes causan efectos positivos y solo se levantan cada mañana para hacer el bien.

89. Los héroes no esperan que otros lo hagan, ellos saben que tienen una parte que hacer, una obra que construir y un pedazo de la historia de la cual adueñarse.

90. Los héroes comienzan y también terminan. Los héroes saben que son sal y se resisten a morir en salero.

91. Los héroes prefieren toda la vida ser juzgados porque hicieron algo y no porque pudiendo y debiendo haber hecho algo, no lo hicieron.

92. Los héroes saben que raya con el crimen solo ver y sentir cosas y no hacer algo concreto finalmente.

93. Los héroes caminan, corren, vuelven a caminar, pero siempre avanzan. Los héroes van hacia delante, inquebrantables, entusiastas y seguros todo el tiempo que sea necesario, hasta que llegue el día en el que cruzaron su línea, alcanzaron su meta y terminaron su gran obra.

94. Los héroes son esos que cuando todos se fueron, ellos se quedaron, siguieron y lo lograron.

95. Los héroes nunca dicen todo se acabo, a cambio de eso, valoran, buscan y se adhieren fuertemente al poder escondido en lo poco.

96. Los héroes no se debilitan en la debilidad. Los héroes usan la debilidad como oportunidad para hacerse fuertes.

97. Los héroes toman decisiones difíciles, terminales, riesgosas, pero gracias a esa manifestación de grandeza, lo que el mismo diablo aseguraba que debía morir, continúa viviendo mas vivo que nunca.

98. Los héroes no son los que solo saben gastar y derrochar. Héroes son los que saben administrar. Los que administran lo poco de tal modo, que vuelven a colocarse en lo mucho.

99. Los héroes hacen de sus lágrimas su mejor combustible.

100. Los héroes saben que hay tristezas que tienen el efecto de encerrar y detener. Los héroes lloran y tal cosa es indicador de que están vivos, que son mortales y que les puede pasar a ellos lo que le pasa a todo el mundo. Lloran pero no hacen de sus lágrimas su húmeda tumba. No hacen de ellas una prisión fría e infructuosa.

101. Los héroes lloran, pero mientras lloran se mueven en dirección de su conflicto. Van con lágrimas y todos, dispuestos a solucionarlo.

102. Los héroes no viven llorando por los rincones sus fracasos. Usan uno de ellos como plataforma de despegue para dar vuelta esa realidad y sus lágrimas como el combustible que les hará volar de nuevo.

103. Los héroes tienen bien en claro este asunto. Se alegran por ver y sentir cosas, pero mas se preocupan y gozan con lo que queda después de la experiencia. Los héroes caen por el poder de la unción, pero se levantan para vivir de acuerdo a lo que Dios les mostró e hizo sentir.

104. Los héroes saben que aunque sean mudos, sordos o paralíticos, solo sus motivaciones traducidas en actos justos y obras buenas deberán hablar por ellos con mayor autoridad.

105. Los héroes se aseguran de tener no solo la aprobación de Dios, sino también la del poder natural.

106. Los héroes son legales, esto es, todos sus logros tienen la impronta reconocible de la ley que honra su conducta en todo el proceso. Los héroes se ocupan tanto de la revelación como de la legalización de la revelación recibida.

107. Los héroes, no tienen miedo, no escapan, ni evitan el poder legal, por el contrario acuden a el para legalizar la increíble obra que Dios les dio construir.

108. Los héroes trabajan con esfuerzo y sacrificio. Han entendido que nada en la vida les será regalado. Saben que si trabajan, en silencio y con sacrificio, habrán de lograr cosas.

109. Los héroes, no le tienen miedo a los partos. Saben que serán partidos. Los héroes lloran, trabajan, trasnochan, sufren, pero legítimamente en su momento, cosechan el fruto de aquel ejemplar esfuerzo.

110. Los héroes se embarazan y cuidan su obra hasta que esta sea dada a luz. Los héroes deciden pagar el precio del alumbramiento cueste lo que cueste y hasta que el sueño sea visto por sus propios ojos.

Los héroes, vivos o muertos, llegaran con una misión cumplida a casa.

Veinte Veinte - 20/20


Temas:

1. Quien?
2. Decidete
3. El 36
4. Dime Que
5. Tu
6. Me Fui
7. Sin Tu Amor
8. Razón de Vivir
9. Presencia
10. Nunca
11. Puedo
12. Milagrito
13. Voy A Luchar
14. Nada Mejor


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Veinte Veinte - Vision perfecta


Temas:

1. No cambiaria
2. Eeea
3. Yo nunca
4. Mas que una amistad
5. Puedes
6. Desidete 2
7. Promesas
8. Tan grande
9. El 308
10. Siempre
11. Abuelo Juan
12. Solo tienes

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Veinte Veinte- Laberinto


Temas:

01. Ya No Me Enganes
02. Lo Hara Hoy
03. Hay Que Animarse
04. Puedo Volar
05. Cara A Cara
06. Juntos Podemos
07. El Es Mejor
08. Borro Mi Error
09. Asi Es Nuestro Amor
10. De Nada Sirve
11. No Esperes
12. Quiero Regresar

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Veinte Veinte - Cuando Menciono Tu Nombre


Temas:
1. Nadie Como Tu
2. Un Toque De Tu Amor
3. Mi Destino
4. No Puedo Vivir
5. Todo Te Doy
6. Eres Lo Mejor
7. Cuando Menciono Tu Nombre
8. Poderoso
9. Yo Creo
10. Yo Me Rindo [Himno]

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Veinte Veinte - Yo Te Voy a Amar (2007)


Temas:
1. Yo te voy a amar
2. Se fue
3. Creo en ti
4. Angel
5. Eres tu
6. Por amor
7. Vuelve
8. Volver atras
9. Bella
10. Historia
11. Un soldado


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Vertical - Canciones de alabanza contemporánea ( 2002 )


Temas:

01 Canta Con Gozo
02 Cambiaré Mis Tristezas
03 Siempre
04 Contigo Quiero Estar
05 Profundo Amor
06 En Tus Brazos
07 Abre Mis Ojos
08 Han Temblado Las Montañas
09 Salmo 91
10 Ven Es Tiempo De Adorarle
11 Canta Al Señor
12 Dios De Gloria

Vertical - Imaginate ( 2004 )

Temas:

01 No Puedo Imaginarme Tu Grandeza
02 Rey De Majestad
03 Amigo De Dios
04 Llename Señor
05 Vengo A Adorarte
06 Imaginate
07 Solo Tu
08 Yo Te Adorare
09 Todo Lo Que Respira
10 Oh! Amor De Dios

Vertical - Invencible (2007)


Temas:

01 Dios Es Fiel Y Verdadero
02 A Ti Mis Manos Alzare
03 Invencible y Fuerte
04 Me Apasiona
05 Me Entrego A Ti
06 Majestuoso
07 Principe de Paz
08 Mas Como Tu
09 Dios es quien te Guarda
10 Siempre Tu
11 Cuan Grande Es El

Rojo CD Apasionado Por Ti Full cd 2009

Rojo llega con un nuevo album de estudio para el primer cuarto del 2009. Despues del exitoso y bien recibido disco “Con el Corazon en la mano” (2007), y el DVD consecuente “Con el corazon Tour” Rojo se embarco en recolectar una coleccion de canciones que nos invitan a Exaltar y Adorar a Jesucristo.

“Este album esta menos enfocado en nuestras necesidades como personas y como iglesia, y mas enfocado en Dios, en su grandeza, en lo que El es” comento Emanuel Espinosa, vocalista y líder de la banda.

Temas:

01.intro
02.siguiendote los Pasos
03.Tu Amor Hace Eco en Todo mi Universo
04.Alabad a Dios
05.Tu Reinas
06.Fuego de Dios
07.Solo Quiero Estar Donde tu Estas
08.Te Necesito
09.Te Amo Mas que a mi Misma VIda
10.Una Generacion Apasionada
11.Hare Oir mi Voz
12.Enviame
13.Cuan Grande es El

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Annette Moreno - Volar Libre

Temas:

01 Segura Estoy
02 Volar Libre
03 No me dejaras
04 Llego el amor a mi
05 Toda mi vida
06 No te quites la vida
07 Buscale
08 Cicatrices
09 No tiene caso
10 I'll be there for you

Annette Moreno - El Amor que me das

Temas:

1. Háblame
2. Cerca de ti
3. El amor que me das
4. Hacia la cruz
5. Perdón
6. Cristo en tu vida
7. Los hombres si lloran
8. Quiébrame el corazón
9. Veo tu sonrisa
10. Me diste una razón
11. Yo te quiero

Annette Moreno - Un Angel Llora

Temas:

1. Complicado
2. Tu fortuna
3. Que chévere el amor
4. Guardián de mi corazón
5. Bájate de la canoa
6. Así es la vida
7. Un ángel llora
8. Sonrisa al revés
9. No le digas
10. Vida lunática
11. Amor, amor, amor
12. Tu

Annette Moreno - Navidad

Temas:

1. Navidad de Rock
2. Príncipe de paz
3. Noche de paz
4. Tiempo de dar
5. Invierno en el desierto
6. El tamborilero
7. Navidad de cristal
8. Que bonito niño
9. Linda Navidad
10.Winter in the desert
11.Silent night
12.Drummer boy

Annette Moreno - Rewind

Temas:

01 Bájate de la canoa
02 Jardín de rosas
03 Volar libre
04 Complicado
05 Cicatrices
06 Me diste una razón
07 Un ángel llora
08 Háblame
09 Llegó el amor
10 Segura estoy
11 No te quites la vida
12 El amor que me das

Annette Moreno - Ruleta Rusa

Temas:

01. Fanatico
02. Corazon de Piedra
03. Rompecabezas
04. Ruleta Rusa
05. Me Amas
06. Eres Lindo
07. Mi Pasion
08. Que Viste en Mi
09. Tus Rosas
10. Jardin de Rosas
11. Miserable de Mi
12. Te He Lastimado.

Annette Moreno - En Vivo

Temas:

1. Jardin de Rosas.
2. Complicado.
3. Corazón de Piedra.
4. Chevere el Amor.
5. Guardian de mi Corazón.
6. Volar Libre.
7. Me Amas.
8. Mentira.
9. Bajate de le Canoa.
10. Que Viste en Mí.
11. El Amor que me Das.
12. Amor, Amor, Amor.

Annette Moreno - Mentira

Temas:

1. Animal
2. Prende la luz
3. No es dificil
4. Corazón lunático
5. Ayudame a vivir
6. No puedo vivir sin ti
7. Angel
8. Guardian
9. Si no estas
10. Quiero que me quieras
11. BrillasVoy a llegar a ti
12 Mentira

Annette Moreno - Revolucionar (2008)

Temas:
1. Ahora Quiero
2. Revolucionar
3. Quien Soy Yo
4. Chocolate
5. No Me Importa
6. El Tiempo Pasa
7. Como Me Quieres
8. No Quiero Regresar
9. Te Voy a Defender
10. Como Olvidarme de Ti
11. Es Un Sueño
12. Tu Amor Me Inspira

Tú Reinas - Serie 24Siete

Temas:

01. Jesús - Rojo
02. Amigo - Ramiro Garza
03. Mi torre fuerte - Joel Contreras y Karina Moreno
04. Átame (con lazos de amor) - Sonus
05. Siempre Tú - Karina Moreno
06. 2000 Abrazos - Comisión
07. Tuyo Soy - Cronos
08. Eres Rey - Joel Contreras
09. Me enamoré - Fernando Solares
10. Tú Reinas - Rojo
11. Aleluya - Karina Moreno
12. A Ti clamaré - Joel Contreras
13. Te alabaré, mi buen Jesús - PISTA - Rojo

Rojo-Con el Corazon en la Mano-Pistas Originales

Son 100% originales!!!
Asi que empieza a dar tus conciertos...

01. Solo Tu
02. Me Amas Igual
03. Te quiero, Te Quier
o4. No me Soltaras
05. Eres Mi Pasion y Mi Confianza
06. Te dare solo lo Mejor
07. ¿Donde? ¿Como?
08. Quiero darte mis Manos
09. Mi Existir
10. Feliz
11. Intimidad (Como te deseo)
12. Por conocerte
13. Tu Eres Mi Dios
14. Eres Todopoderoso
15. Yo soy La Revolucion

Rojo - Rojo

Un inicio estupendo...
Rojo es Rojo!!!

Temas:
01 Intro
02 Sin Ti
03 No Hay Condenacion
04 Me Quemas
05 No Me Averguenzo
06 Quiero
07 Quiero Volar
08 Desde Que Te Conoci
09 Sin Amor
10 Llueve En Mi Y Dios Manda Lluvia
11 Jardin De Rosas
12 Adios, Goodbye
13 Siempre Te Amare
14 Las Cosas Viejas Pasaron

Rojo - +24-7


Recuerdan esta producción...
Genial!!!

Temas:
01 (Intro) ¿Estas Listo?
02 Revolucion
03 ¿Como No Voy A Alabarte?
04 Soy Tuyo Hoy
05 Eres Lo Mejor
06 Con Todo
07 Dios De Maravillas
08 Digno Eres Tu
09 Hasta Que Ya No Respire Mas
10 Aleluya (Instrumental)
11 Desde El Amanecer
12 Quiero Mas (De Ti)
13 Contigo (Hare Historia)
14 (Bonus Track) Te Alabare Mi Buen Jesus

Rojo - Dia De Independencia

Temas:

01 Intro
02 Ok
03 Creo
04 Gracias
05 Prefiero
06 Brillare
07 Tu, Yo
08 El Amor Esta Aqui
09 Gasolina
10 Le Voy A Cristo
11 Vive En Mi
12 [Oracion]
13 [Pista]